La República Dominicana, en el Caribe, se ha convertido últimamente en un territorio de contradicciones. Por un lado, el banco central en 2021 declaró directamente que “la encriptación no es moneda de curso legal”, advirtiendo a las instituciones financieras que no la toquen; por otro lado, el mercado local de encriptación generó más de 12 millones de dólares en ingresos el año pasado, con una tasa de crecimiento de usuarios del 52%. Esta situación tiene cierto interés.
Estado actual: indiferencia del gobierno vs entusiasmo popular
La República Dominicana, con una población de 11,4 millones, es la segunda economía más grande del Caribe. Pero su estructura económica es algo frágil—depende en gran medida de las remesas de los expatriados en Estados Unidos, y presenta altas tasas de desempleo y una notable desigualdad de ingresos. En este contexto, la encriptación se ha convertido en una especie de “exportación de riqueza” para los locales.
Irónicamente: el gobierno no cuenta con un marco regulatorio adecuado para la encriptación, lo que ha creado un área gris legal. En lugares sin regulación, los riesgos de fraude y lavado de dinero aumentan.
Marco fiscal claro, pero la parte de encriptación está en blanco
La República Dominicana tiene un sistema tributario territorial, donde los ingresos nacionales se gravan de manera unificada:
Impuesto sobre sociedades: 27%
Impuesto sobre la renta de residentes: hasta 25% (progresivo)
Impuesto sobre donaciones/herencias: 27%/3%
Lo clave es: actualmente no existe un marco fiscal específico para la encriptación; según el principio de territorialidad, las ganancias por operaciones o Farming también deben pagar estos impuestos.
Señales de un posible cambio
Un detalle que merece atención: en 2023, el gobierno dominicano elaboró una estrategia de IA y en 2024 fue incluido en el “Índice Global de IA Responsable”. Esto indica que están adoptando la innovación digital.
En mayo de este año, los bancos locales ofrecieron capacitación en IA a 1.200 empresarios, con 2.800 inscritos. Esta acción muestra que la actitud del gobierno está cambiando lentamente—de una postura puramente opositora a una que reconoce que “debemos aprender a gestionar”.
A largo plazo
Si la República Dominicana continúa dejando que el mercado de encriptación crezca de forma descontrolada, podría ser invadida por la economía gris o convertirse en un “paraíso fiscal digital”. El escenario ideal sería que el gobierno, los bancos y la comunidad de encriptación se sentaran a diseñar un marco que permita la innovación y a la vez gestione los riesgos.
Lo crucial ahora es: ¿Este país caribeño avanzará hacia una regulación formal o seguirá permitiendo que el mercado crezca en la clandestinidad?
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¿La República Dominicana realmente va a adoptar la encriptación? La diferencia en regulación de este país caribeño es bastante interesante
La República Dominicana, en el Caribe, se ha convertido últimamente en un territorio de contradicciones. Por un lado, el banco central en 2021 declaró directamente que “la encriptación no es moneda de curso legal”, advirtiendo a las instituciones financieras que no la toquen; por otro lado, el mercado local de encriptación generó más de 12 millones de dólares en ingresos el año pasado, con una tasa de crecimiento de usuarios del 52%. Esta situación tiene cierto interés.
Estado actual: indiferencia del gobierno vs entusiasmo popular
La República Dominicana, con una población de 11,4 millones, es la segunda economía más grande del Caribe. Pero su estructura económica es algo frágil—depende en gran medida de las remesas de los expatriados en Estados Unidos, y presenta altas tasas de desempleo y una notable desigualdad de ingresos. En este contexto, la encriptación se ha convertido en una especie de “exportación de riqueza” para los locales.
Irónicamente: el gobierno no cuenta con un marco regulatorio adecuado para la encriptación, lo que ha creado un área gris legal. En lugares sin regulación, los riesgos de fraude y lavado de dinero aumentan.
Marco fiscal claro, pero la parte de encriptación está en blanco
La República Dominicana tiene un sistema tributario territorial, donde los ingresos nacionales se gravan de manera unificada:
Señales de un posible cambio
Un detalle que merece atención: en 2023, el gobierno dominicano elaboró una estrategia de IA y en 2024 fue incluido en el “Índice Global de IA Responsable”. Esto indica que están adoptando la innovación digital.
En mayo de este año, los bancos locales ofrecieron capacitación en IA a 1.200 empresarios, con 2.800 inscritos. Esta acción muestra que la actitud del gobierno está cambiando lentamente—de una postura puramente opositora a una que reconoce que “debemos aprender a gestionar”.
A largo plazo
Si la República Dominicana continúa dejando que el mercado de encriptación crezca de forma descontrolada, podría ser invadida por la economía gris o convertirse en un “paraíso fiscal digital”. El escenario ideal sería que el gobierno, los bancos y la comunidad de encriptación se sentaran a diseñar un marco que permita la innovación y a la vez gestione los riesgos.
Lo crucial ahora es: ¿Este país caribeño avanzará hacia una regulación formal o seguirá permitiendo que el mercado crezca en la clandestinidad?