Ethereum casi murió en junio de 2016—y, dependiendo de a quién le preguntes, en realidad lo hizo.
Imagina: Una sola línea de código vulnerable. 3.6 millones de ETH robados en minutos. $70M gone. Pero aquí está el giro: el equipo de Ethereum dijo “no, vamos a deshacer esto,” y literalmente retrocedieron la blockchain.
La mitad de la comunidad dijo “basado”, la otra mitad dijo “esto derrota todo el propósito de la blockchain.”
¿El resultado? Ethereum se dividió en dos. Una cadena (ETH) revertió el hackeo. La otra (Ethereum Classic, ETC) lo mantuvo, manteniendo el principio de “el código es ley”. Ambas existen hoy, una cicatriz permanente en la blockchain.
El DAO recaudó más de $150M a través de la primera gran recaudación de fondos del DAO. Se suponía que debía ser descentralizado, imparable y perfecto. Resulta que los contratos inteligentes no siempre son más inteligentes que los hackers.
Por qué sigue importando: Cada protocolo DeFi hoy en día básicamente está preguntando “¿cómo NO nos convertimos en The DAO?” Las auditorías de seguridad se volvieron innegociables. El hackeo obligó a la industria a madurar.
¿La verdadera lección? La descentralización es desordenada. La transparencia no significa predictibilidad. Y a veces la comunidad decide que las reglas importan más que la inmutabilidad.
Ethereum eligió el pragmatismo. Ethereum Classic eligió la ideología. Ese fork sigue siendo el mayor debate filosófico en cripto.
Esta página puede contener contenido de terceros, que se proporciona únicamente con fines informativos (sin garantías ni declaraciones) y no debe considerarse como un respaldo por parte de Gate a las opiniones expresadas ni como asesoramiento financiero o profesional. Consulte el Descargo de responsabilidad para obtener más detalles.
Cuando el Código se Encontró con la Ley: El Hackeo que Dividió Ethereum para Siempre
Ethereum casi murió en junio de 2016—y, dependiendo de a quién le preguntes, en realidad lo hizo.
Imagina: Una sola línea de código vulnerable. 3.6 millones de ETH robados en minutos. $70M gone. Pero aquí está el giro: el equipo de Ethereum dijo “no, vamos a deshacer esto,” y literalmente retrocedieron la blockchain.
La mitad de la comunidad dijo “basado”, la otra mitad dijo “esto derrota todo el propósito de la blockchain.”
¿El resultado? Ethereum se dividió en dos. Una cadena (ETH) revertió el hackeo. La otra (Ethereum Classic, ETC) lo mantuvo, manteniendo el principio de “el código es ley”. Ambas existen hoy, una cicatriz permanente en la blockchain.
El DAO recaudó más de $150M a través de la primera gran recaudación de fondos del DAO. Se suponía que debía ser descentralizado, imparable y perfecto. Resulta que los contratos inteligentes no siempre son más inteligentes que los hackers.
Por qué sigue importando: Cada protocolo DeFi hoy en día básicamente está preguntando “¿cómo NO nos convertimos en The DAO?” Las auditorías de seguridad se volvieron innegociables. El hackeo obligó a la industria a madurar.
¿La verdadera lección? La descentralización es desordenada. La transparencia no significa predictibilidad. Y a veces la comunidad decide que las reglas importan más que la inmutabilidad.
Ethereum eligió el pragmatismo. Ethereum Classic eligió la ideología. Ese fork sigue siendo el mayor debate filosófico en cripto.