La cartera Samourai no fue creada para romper reglas, sino para proteger lo que importa: tu privacidad.

Aquí está la cosa: el código es discurso. Es expresión. Y como cualquier forma de discurso, merece protección.

Cuando los desarrolladores escriben software que preserva la privacidad, no están cometiendo crímenes. Están ejerciendo un derecho fundamental. El código no obliga a nadie a hacer algo ilegal; simplemente les proporciona a los usuarios las herramientas para controlar sus propios datos.

Esto no se trata solo de una billetera. Se trata de si todavía creemos en la libertad de expresión en la era digital.