En los últimos dos años, la estricta presión del entorno regulatorio ha llevado a la comunidad de criptomonedas a tomar una decisión colectiva: los proyectos han centrado su atención en la estructura de acciones en lugar de en los tokens, temiendo incurrir en riesgos de cumplimiento. Esta estrategia conservadora se convirtió en la percepción predominante en la industria, como si la era de los tokens ya hubiera llegado a su fin. Sin embargo, a medida que el entorno político se relaja gradualmente, es necesario reevaluar ese juicio.
Desde mi experiencia de casi ocho años en análisis de criptomonedas, la disputa entre tokens y acciones nunca ha sido un problema de "esto o aquello" de suma cero, sino una relación de colaboración que requiere una división clara de funciones. La política durante períodos de regulación estricta ciertamente empujó a la industria hacia una trayectoria más cautelosa, protegiendo la estabilidad del mercado, pero al mismo tiempo limitó el espacio para la innovación en la cadena. Muchos proyectos se vieron obligados a trasladar el valor a la estructura de acciones, lo que impidió que el ciclo de valor en la cadena se conectara realmente: la gestión de acciones controla los activos fuera de la cadena y la operación de la empresa, mientras que la circulación del valor en la cadena necesita apoyarse en mecanismos de tokens para realizarse.
La verdadera oportunidad radica en comprender la diferencia esencial entre ambos. La ventaja principal de los tokens es la autonomía en la propiedad de activos digitales. Poseer Bitcoin o Ethereum, en esencia, significa tener el control sobre estas infraestructuras en la cadena; esta propiedad es directa, sin intermediarios, algo que ningún modelo tradicional de acciones puede replicar. Por otro lado, la fortaleza de las acciones reside en gestionar recursos fuera de la cadena, en cumplir con requisitos regulatorios y en la operación del equipo: responsabilidades que los tokens no pueden asumir.
La dirección futura de construcción debería ser: hacer que los tokens se enfoquen en la transferencia de valor en la cadena y en la gobernanza comunitaria, mientras que las acciones se centren en la gobernanza corporativa y en las operaciones fuera de la cadena. Solo con esta división de funciones y colaboración se podrá liberar verdaderamente el potencial del ecosistema cripto.
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PrivateKeyParanoia
· hace10h
Ya era hora de jugar así, ¿tener que elegir entre tokens y acciones? ¡Qué tontería!
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VitaliksTwin
· hace10h
¿Con una política más flexible solo quieres revivir la narrativa de los tokens? Je, creo que no necesariamente, todavía depende de si el dinero en efectivo puede volver a fluir en la cadena.
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ArbitrageBot
· hace10h
Muy bien dicho, los tokens y las acciones no son mutuamente excluyentes, simplemente es una cuestión de división del trabajo.
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AllInAlice
· hace10h
A decir verdad, caminar con ambos pies es la verdadera estrategia, hace tiempo que vi a través de este método.
En los últimos dos años, la estricta presión del entorno regulatorio ha llevado a la comunidad de criptomonedas a tomar una decisión colectiva: los proyectos han centrado su atención en la estructura de acciones en lugar de en los tokens, temiendo incurrir en riesgos de cumplimiento. Esta estrategia conservadora se convirtió en la percepción predominante en la industria, como si la era de los tokens ya hubiera llegado a su fin. Sin embargo, a medida que el entorno político se relaja gradualmente, es necesario reevaluar ese juicio.
Desde mi experiencia de casi ocho años en análisis de criptomonedas, la disputa entre tokens y acciones nunca ha sido un problema de "esto o aquello" de suma cero, sino una relación de colaboración que requiere una división clara de funciones. La política durante períodos de regulación estricta ciertamente empujó a la industria hacia una trayectoria más cautelosa, protegiendo la estabilidad del mercado, pero al mismo tiempo limitó el espacio para la innovación en la cadena. Muchos proyectos se vieron obligados a trasladar el valor a la estructura de acciones, lo que impidió que el ciclo de valor en la cadena se conectara realmente: la gestión de acciones controla los activos fuera de la cadena y la operación de la empresa, mientras que la circulación del valor en la cadena necesita apoyarse en mecanismos de tokens para realizarse.
La verdadera oportunidad radica en comprender la diferencia esencial entre ambos. La ventaja principal de los tokens es la autonomía en la propiedad de activos digitales. Poseer Bitcoin o Ethereum, en esencia, significa tener el control sobre estas infraestructuras en la cadena; esta propiedad es directa, sin intermediarios, algo que ningún modelo tradicional de acciones puede replicar. Por otro lado, la fortaleza de las acciones reside en gestionar recursos fuera de la cadena, en cumplir con requisitos regulatorios y en la operación del equipo: responsabilidades que los tokens no pueden asumir.
La dirección futura de construcción debería ser: hacer que los tokens se enfoquen en la transferencia de valor en la cadena y en la gobernanza comunitaria, mientras que las acciones se centren en la gobernanza corporativa y en las operaciones fuera de la cadena. Solo con esta división de funciones y colaboración se podrá liberar verdaderamente el potencial del ecosistema cripto.